(Steven Spielberg, 2001)
El legado de Kubrick en manos de Spielberg. Así es como yo llamaría a este film que al final sufrió el no tener al maestro Stanley al mando, causando que el largometraje simplemente luciera más como un homenaje hacia él.
En A.I. Artificial Intelligence estamos ante un
mundo devastado por el calentamiento global y en el cual tener hijos requiere
de todo un proceso legal. La empresa Cybertronics aprovecha dichas cosas para
crear un nuevo producto: un niño-robot que sea capaz de amar. La premisa suena
interesante y en un principio el desarrollo de ella también lo es.
Lo primero que hay que resaltar de la película
es el tema que aborda: la deshumanización de los humanos. El personaje que nos
hará darnos cuenta de ello es el Mecha, David. Él fue creado con el propósito
de amar y aparte no tienes que invertir mucho en él una vez que lo tengas ya que no come, no duerme, no se enferma y sólo está ahí para quererte; sin
duda es “perfecto”. Interpretado por Haley Joel Osment de manera brillante –parecería
que en realidad es un robot-, David es un individuo mecánico que conforme se va
dando cuenta que a pesar de cumplir con su función principal, no consigue que los demás
lo quieran –particularmente su madre- tiene que recurrir a buscar convertirse en un niño de verdad. Es a partir de ahí que se desenvuelve la mayor
parte de la historia y en donde se pierde la magia que en un inicio nos capturó. La trama se sigue desenvolviendo mientras analiza a la
sociedad pero se desvía hacia el lado comercial y romántico –en exceso- lo que llega a dañar por completo a la película.
Hablando de actuaciones, todas cumplen pero la ya mencionada de Joel Osment así como la de Jude Law –quien interpreta a Gigolo Joe, un Mecha creado para
cumplir las necesidades sexuales femeninas- sobresalen. Ambos como robots son únicos
y combinan muy bien su lado mecánico con aquel en el que de repente les entran dudas humanas.
El escenario futurista –y en algunos lados
destrozado por los cambios climáticos- está bien expuesto pero nos lo cierran –más
que nada- a dos escenarios hacia el final de la cinta. La fotografía está bien cuidada y en un principio
bien podría decirse que emula a aquella que Kubrick tanto amaba
En cuanto al guión se refiere, la película es
casi un desastre. Como decía arriba, el film luce estable y bien planteado al principio pero conforme nos vamos alejando de la primera parte de la
historia todo se convierte en un enredo sentimentalista más que analítico
–lo describiría, en parte, como un Pinocho del futuro- que incluso deja dos
historias –las más interesantes- sin un final real. Para acabarla de amolar, la culminación es completamente irreal y sumamente fantasiosa.
El largometraje pudo convertirse en un clásico
de la ciencia ficción –tipo Blade Runner con sus análisis sociales- pero el exceso de sentimentalismo que le inyectaron y el desapego a lo que en un principio se manejó, acabaron provocando que ello simplemente se quedara en una posibilidad remota. Si Stanley Kubrick –experto en temas humanos- hubiera consumado esto
como un proyecto suyo estaríamos hablando de algo sumamente impactante, y no es por
desacreditar a Steven Spielberg, pero sus emociones recalcadas en cada escena
funcionan (o funcionaron) más en otro tipo de películas.
*Estrellas en escala del 0 al 4.
Título en español: Inteligencia Artificial
País: EUA
Año:
2001
Director:
Steven Spielberg
Actores:
Haley Joel Osment, Jude Law
Duración: 146 minutos
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